Drunkorexia: no comer para poder beber
La drunkorexia es un nuevo trastorno de la alimentación cuyo nombre viene de “drunk” (bebido en inglés) y orexia (que significa apetito).
Las personas que padecen este trastorno de la alimentación, dejan de comer para tratar de compensar las calorías que ingieren con el alcohol. Aquí se suman a los peligros de la anorexia, los del alcoholismo.
Suele afectar más a las chicas que a los chicos, ya que ellas suelen estar más preocupadas por su peso y más sometidas a presiones para cumplir con los cánones estéticos de la moda. Estas chicas, cuando llega el fin de semana o las vacaciones, comienzan a ir a fiestas en las que se bebe alcohol. Si comienzan a notar que ganan peso intentarán disminuir la ingesta de calorías de la forma que les parece más sencillo: como no vamos a perdernos la fiesta vamos a comer menos.
El alcohol aporta unas 7 Kcal por gramo. Una lata de cerveza suele tener unas 110 Kcal y un combinado unas 200. Muchos adolescentes prefieren seguir consumiendo estas calorías antes que las de su plato de comida.
La gravedad del trastorno dependerá, por un lado, del grado de adicción al alcohol, y por otro, de la severidad de la anorexia, ya que, a la malnutrición, se suman los daños que provoca al organismo el alcohol.
La detección del problema a veces es complicada, pero cuanto antes se diagnostique y se comience con el tratamiento, mejor será el pronóstico y la recuperación. Algunas señales de alarma que los padres pueden detectar serán:
– Una bajada de peso importante y una gran obsesión por el tema de la obesidad.
– Poco apetito, come mal y poca cantidad, bien porque dice no tener hambre o porque dice que tiene que perder peso.
– Evita las comidas en familia y a veces dice que ya comió solo/a antes (por ejemplo al salir de clase)
– Su carácter empeora, puede aparecer cierta agresividad, aumentan las discusiones.
– Se observa deterioro físico, bajo peso, piel apagada y puede tener la cara hinchada.
– Al volver a casa los días de fiesta muestra signos de haber bebido.
Se recomienda tratamiento por parte del médico de familia o pediatra, psicólogo y nutricionista.
Por: Salud Delgado Fuentes
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